


Prácticamente desde Platón, la cuestión de la representación ha sido una de las problemáticas centrales de las artes y el pensamiento occidentales. Las artes generan imágenes de lo real, y esas representaciones, que configuran nuestro mundo y nuestra vida, son a su vez realidades. Este antiguo dilema, en apariencia ajeno y metafísico, se ha vuelto crucial en la actualidad, cuando
vivimos rodeados de pantallas y resulta cada vez más complicado establecer el límite entre realidad y ficción.
En la muestra “Los móviles y el dibujo”, Laura Mesa (Tenerife, 1975) presenta sus indagaciones en torno al problema de la representación. La artista ha trabajado con los dispositivos retóricos del dibujo, tradicionalmente considerado como el medio más directo entre el pensamiento y su imagen. Especulando con esta idea, ha reducido el dibujo a una especie de destilación de sus elementos técnicos –el grafito y la tinta china, como los materiales básicos del trazo y la mancha– para realizar una colección de imágenes de la imagen que puede considerarse la representación normalizada del pensamiento: un cerebro humano.
Las “copias de copias” conseguidas a partir de sus elaborados procesos de registro y reproducción no contienen, paradójicamente, representaciones en el sentido más convencional del término: esto es, no “dicen” nada. Precisamente por esto sus imágenes funcionan como evidencias de unos procesos de producción extraordinariamente meticulosos, que contienen el valor de la intención de la artista. Nada hay de mecánico o industrial en estas obras, todos los procedimientos técnicos se generan en prácticas artísticas tradicionales, realizadas manualmente. De esta manera, el problema de la representación se desenvuelve no sólo en términos de la relación entre lo uno y lo múltiple –la repetición y la diferencia–, sino que aspira también a tematizar la intención misma de la representación; es decir, los móviles de la artista, entendidos tanto como las motivaciones que le llevan a hacer lo que hace, como ese mismo quehacer, que es un movimiento o una acción propuesto como relevante.
Nunca debe olvidarse que, en el arte, lo visible –la forma– es sin duda lo importante, pero lo es precisamente por ser la representación de una idea o una intención: por ser la imagen de un móvil. Los procesos creativos de esta artista consisten en la repetición sostenida de una acción que implica un movimiento constante y reiterado durante la construcción de las obras; casi como un mantra que funciona como su principal significado. Por eso, en cierto modo, sus imágenes representan la propia acción de representar.
Laura Mesa lo que hace es dibujar, y sus obras son dibujos porque son la forma visible en que han cristalizado sus móviles. Son, en definitiva, pensamiento convertido en acción, acción condensada en la materia del dibujo.
Ramiro Carrillo







